domingo, 23 de octubre de 2011

EL HOTEL COCHRANE:

El Hotel “Cochrane” se encuentra ubicado en la cuadra tres de la legendaria calle que le entrega su nombre, a dos cuadras de donde nació Ima Sumac y a tres de la salpimentada zona de los barracones. El “Cochrane” es una casa antigua de dos pisos y que aún conserva sus cuatro balcones coloniales muy deteriorados por el transcurrir de los años, pero que le dan a la calle un aire cargado de tradición e historia, y se ensombrece en medio del barullo provocado por el abundante comercio ambulatorio que decora su ingreso.

Esta zona del Callao tiene sus propias particularidades. Durante el día funciona el comercio ambulatorio que rodea el mercado central y las calles Colón, Cochrane y Buenos Aires, donde las personas se entremezclan en la búsqueda de mejores precios para sus artículos de consumo. Vendedores de verduras establecen alianzas con los fruteros y estos con los vendedores de ropa; los carniceros, con su carne mal oliente, y los buhoneros no se quedan atrás. Limosneros, mendigos, lustrabotas, organilleros, carretilleros, un sereno oculto por ahí, un vendedor de cosas raras para los males estomacales y una tamalera mulata completan el reparto.  En la tarde, el ocaso del sol se lleva a la gente y las estrellas empiezan a llamar a los moradores de la oscuridad. Las carretillas se alejan, las luces se apagan y la noche se torna sombría. De pronto, las figuras fantasmales hacen su ingreso al escenario del desconsuelo; cada quien conserva secretamente sus propios motivos y necesidades. En la noche funciona otro tipo de comercio que tiene como finalidad la oferta del propio cuerpo: la prostitución.

A las ocho de la noche - minutos más, minutos menos – se corre el telón y la función comienza. Entre 8 y 12 prostitutas ingresan al escenario – no hay ticketeros ni butacas – y empiezan a ubicarse en sus mejores esquinas. Conversan entre ellas sobre sus desgracias, la dureza de la vida, desamores, recetas de cocina, quejas sobre sus hijos, problemas menopáusicos. Una se anima y para matizar la noche habla de sexo, del triste espectáculo de su marido en la cama o de algún cliente al que no se le “paró” el miembro. Cada una de ellas desempeña su papel como mejor puede o como mejor sabe.

Lo que hace penoso la situación de las prostitutas de “Cochrane” - y también de otros lugares - es que perdieron sus mejores abriles a merced de los impertinentes mandatos ineludibles del pasado: “No te debes separar de tu esposo”, “Obedece siempre a tu papá”, “Tus hijos son primeros”. Pero resulta muchas veces que las parejas de estas mujeres son expertos masacradores cada vez que se emborrachan, el papá es un acosador imperturbable y profesional del incesto y los hijos se convierten en las grandes culpas de ellas.  ¿Qué pasó con ellas?, ¿Quién se preocupó por estas mujeres que también son personas (por si alguien lo olvidó) y no máquinas para satisfacer?  Respuesta incierta. Hoy, con más años encima y menos esperanzas, estas mujeres continúan realizando el mismo ritual de hace veinte años, la misma transformación de todos los días, el mismo cansancio, la misma tristeza.  

Sus biografías personales se marchitaron. La vida se desluce cuando los recuerdos bonitos, por más esfuerzo que se haga para evocarlos, no aparecen; cuando pronunciar el nombre de alguien a quien se ama resulta imposible; o cuando el futuro por un telón de brea se encuentra cubierto. La vida de estas mujeres es inefable. Y aunque pueda parecer inverosímil, las muestras de afecto (me refiero al más elemental y primario) que ellas reciben provienen de sus clientes.  Y es que el cliente es una mezcla de padre, esposo e hijo: cariñoso y perverso, indefenso y ofensivo, poeta y soez, protector y destructor.

Nuestro trabajo consistía en informar a las prostitutas de esa zona y sensibilizar al administrador y personal de los hoteles cercanos para que nos permitiesen colocar afiches alusivos al uso del condón en cada cuarto, así como para que distribuyeran condones y folletos a los clientes y prostitutas concurrentes al hotel. Hasta ese entonces el hotel “Cochrane” sólo lo conocíamos de nombre. Todavía nos faltaba conocer el lado oscuro y miserabilístico de la prostitución que se realizaba en su interior.  

Llegamos por primera vez al “Cochrane” a las 11 de la noche, un día viernes de un frío mes de Junio de 1995. Nunca habíamos estado tan cerca de una reliquia porteña hoy convertida en un centro de encuentros sexuales.  Subía y bajaba, y volvía a subir lentamente escalón por escalón una pestilente escalera con un denso olor a madera fermentada y mohosa. Conversamos con el personal del hotel y tuvimos una respuesta positiva de parte de ellos, así que nos dispusimos a inspeccionar el hotel y colocar los afiches respectivos.


Lo que encontramos en los cuartos fueron manchas de amor barato en el colchón, mantas mugrientas percudidas por el tiempo, vetustas camas que hasta un débil soplido las hacían rechinar, cuartos con techos muy altos y fríos, paredes descascaradas por el paso de los años, telarañas en las esquinas de los techos, maderas de triplay con agujeros indiscretos para el uso ansioso de un voyeur impertinente separaban una habitación de la otra, una jarra y un lavatorio de plástico desteñidos y mugres, residuos de un lavado de genitales con jabón que dejaba una gran mancha blanca en el piso de vieja madera, ventanas a la calle sin cristales que contuvieran el ruido callejero y el olor de la miseria que se podía percibir desde la entrada al hotel hasta la intimidad de las habitaciones, eran algunas de las características de ese añoso hotel. Me preguntaba ¿cómo alguien podría excitarse en un sitio como ese?

El Hotel “Cochrane” realmente es una casa del espanto. Una especie de imán invisible que atrae a la prostituta y su cliente a olvidar por pocos minutos y pocos soles la dureza de la vida y los insoportables sentimientos de soledad embargan a ambos. Para el Instituto Nacional de Cultura del Callao el hotel sigue siendo un patrimonio cultural y por ello el local no puede ser demolido para dar paso a la modernidad. 

ALVARO GARCIA CORDOVA


1 comentario:

  1. Super interesante, leyendo la descripción me lo puedo imaginar cual película de terror.

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